lunes, 19 de septiembre de 2016

EL MUNDO HA DE TENER PÁJAROS, ARCO IRIS, MARIPOSAS, MÚSICA Y LIBROS




“Si dispusiéramos de una Fantástica, como disponemos de una Lógica, se habría descubierto el arte de inventar”. Novalis

Esta es una página triste. Se ha quemado una biblioteca en SJR. No hay nada peor que pueda pasar para la cultura que el que se queme una biblioteca. Se le quemó a mi amigo Miguel de Guzmán, fallecido prematuramente en 2004, y siempre he creído que esta fue una de las causas de su muerte. 
Las bibliotecas contienen el alma y los sueños de todos aquellos que las han usado. Cuando desaparece una biblioteca desaparece cada una de las vivencias interiores de cada persona que ha leído, soñado, imaginado, vivido las historias que se relataban en cada uno de los libros que dejan de estar allí. No desaparecen, porque algo de ellos queda en cada uno de los lectores. Pero la biblioteca gris deja de ser un lugar de arco iris, un lugar mágico, donde todo puede ser realidad y donde nada es imposible.  Las bibliotecas son lugares especiales porque todo es nítido, mejor porque es imaginado: olores, colores, sabores, paisajes, personas, sensaciones....Pienso en biblioteca y pienso en la pequeñita que mi padre formó, aleatoriamente, cuando se dio cuenta que tenía que aliarse con las páginas impresas que su hija mayor devoraba insaciable y furtivamente. Tuvo, además, que mandar a construir estanterías para que la casa se adaptase a los libros. Pienso, además, en la espléndida biblioteca de don Daniel, uno de los propietarios del colegio donde estudié, algunos de cuyos libros sólo podían tocarse con permiso que obtenía cuando actuaba de lectora de su hija, mi amiga Teresita. La Gran Enciclopedia de la Juventud, con historias, cuentos, leyendas, descripciones, acertijos... eran mis libros soñados, porque no se acababan nunca y despertaban más y más deseo de saber. Pienso en mis amigas, que me "chantajeaban" con préstamos de libros posteriores al par de horas que me demandaban para jugar. Pienso en don Antonio, un recién salido de Fyffes (de esto me entré mucho después), que regentaba un estanquito en la calle 5 del Barrio de la Salud,  que nos procuraba material de lectura de cambio, a donde iba mi hermana cada día con una peseta y la novela a cambiar, que sólo me duraba un día. Pienso en cada uno de los autores y autoras que me sedujeron y cuya bibliografía completa exploraba hasta acabarla. Pienso en el pequeño bar de la calle de Tabares de Cala que se llamaba Librería Bar, donde pasaba horas muertas en mi etapa lagunera, leyendo parte de los libros que estaban en sus anaqueles. Pienso en La sonora, que hacía que el poco dinero que podía dedicar a libros de lectura se multiplicara. Pienso en todo eso y siento más desconsuelo por las librerías grises, por las que se queman, por las que dejan  de ser un objeto de deseo para los niños y niñas lectores. Y es que  el mundo no tendría sentido sin pájaros, arco iris, mariposas, música y libros. 

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